Y entonces, recuerdas todos esos momentos a su lado. Te preguntas si vale la pena recordarlos, y de repente, te das cuenta que justo cuando los recuerdas, tienes una pequeña lágrimas en la cara, o tal vez, alguna sonrísa, porque en aquellos instantes, eras feliz. Y te gustaría serlo, y quieres seguir siéndolo.
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