Lo admito.
Lo admito, ¿¡vale!?
Me vuelves jodidamente loca.
No paro de pensarte día y noche,
y es que, aunque quiera dejarte,
o dejarlo, como quiera que sea;
no puedo.
No puedo.
No puedo.
No puedo.
Me consumes.
¿Hasta dónde hemos llegado?
Eres peor que mi maldito vicio.
Eres algo así como
una condena
una tentación,
algo que no puedo evitar,
como...
Mi mayor pecado.
Sé que debo alejarme de ti,
pero sin embargo,
se siente tan bien.
El infierno a veces no es aterrador,
ni mucho menos doloroso;
aunque, admito que esto último,
un poco sí.
Dueles.
Me dueles.
Provocas un dulce dolor,
un dulce aroma,
una dulce adicción a ti...
Y yo,
y yo caigo otra vez.
Porque te quiero,
¡Joder, maldita sea!
Te quiero.
Te quiero.
Te quiero.
¡Te quiero!
¿Qué eres capaz de hacer en mí?
¿Qué es lo que provocas en mí?
Porque siento que nadie más
hace las cosas como tú las haces.
Porque siento que nadie más
podrá tocarme como tú lo haces.
Porque siento que..., uf...,
tus labios son jodidamente tentadores.
Y aunque quiera irme,
no puedo.
Y aunque quiera hacerme la dura,
no puedo.
Y aunque quiera dejarte,
no puedo abandonarte.
Porque haces eso que sólo tú sabes,
y me agarras la mano con todas tus fuerzas,
mientras me dices:
Por favor, quédate.
Y yo me quedo un poco más,
sólo por ti.
¡Vuélveme loca!
¡Quiero hacer mil locuras contigo!
Si esto es una adicción,
lo admito.
Eres mi puto vicio,
así es que,
me arriesgo.
Llévame donde quieras,
llévame donde pida,
hazme de ti un sólo ser.
Bésame,
atrápame,
enloquéceme,
recórreme con esas manos
...
Llévame contigo.
Donde sea.
Porque yo, te juro que me arriesgo,
chico malo.
Has conseguido cambiarme,
aún cuando creí que no lo conseguiría.
Has conseguido que vuelva a sentir,
que vuelva a vivir,
que vuelva a,
...
enamorarme...
Sí...,
todo suena diferente si es contigo.
Me da igual que las cosas salgan mal,
me da igual que nos vayamos a la mierda,
porque mi locura está al límite...
Al límite de ti.
No hay comentarios:
Publicar un comentario